lunes, 28 de marzo de 2011

TERROR EN EL SUPERMERCADO...

¡¡¡Fiuuuuu!!! Vaya mañanita... Hacía muchísimos años que no veía una escena como la de hoy: una veintena de personas apelotonadas en la puerta de una superficie comercial esperando a que se abrieran las puertas porque era día de ofertas. Y al abrir las puertas... ¡increible! La primera señora que parecía algo desvalida (andaba con bastón) ha echado a correr como si de las Rebajas del Corte Inglés se tratara, parecía Asafa Powell la jodía... Y allí estaba yo... en medio del tumulto, vapuleada, empujada, arrastrada y medio dormida. ¿Quién coño me mandaría a mí ir a primera hora? Al entrar y preguntar, las dependientas me han dicho que eso ocurre tres veces a la semana, los días de oferta. Yo solo quería comprar algo de fruta antes de volver a casa para desayunar después del ejercicio mañanero, pero.... ¡Joder, cómo está la gente! ¿Que fue de la educación, el civismo y el respeto? Al llegar a casa, toda magullada y con una herida de considerable calibre en mi pie izquierdo (me atropelló un señor con un carrito de la compra justo después de que su encantadora esposa me aporreara las costillas con una cesta), me senté en el sofá y empecé a descojonarme por la situación tan surrealista que había vivido. ¿Que carajo hacía yo en medio de aquel desorden? Yo pensaba que las señoras que iban tan temprano a comprar al super, eran señoras amables, tranquilas, sosegadas... ¡¡¡Y UNA MIERDA!!! Me sentí como en medio de una escena de Mad Max, carros volando a toda velocidad guíados por psicópatas de los precios bajos. Y ahí no acaba la cosa, no.... la odisea se complicó al llegar a la caja, para pagar. Me pongo en la cola y nada más entrar a formar parte de la fila, una señora mayor, se me queda mirando y me dice: "¿Te importa dejarme pasar? Solo llevo dos panes..." ¿Como le iba a decir que no?, así que la dejé pasar (lo sé, mi madre también me llama gilipollas de vez en cuando). ¡Y cuál no es mi sorpresa al escuchar cerca de mis pabellones auditivos al señor que me había atropellado con el carro echando pestes sobre mí: "Pero bueno, ésta que se cree. Todos tenemos prisa. Ahora se va a dedicar a dejar pasar a todo el mundo. Fuerte idiota." ¡¡¡¡Arrrrrrrgggg!!! Me "jirvió" la sangre, compañera... Me mordí tanto la lengua que me hice heridas, todo para no contestarle y ser más educada que él. Pero no podía dejar así la situación, así que, muy amablemente, le dije a la última señora de la fila que llevaba dos carros de la compra: "Señora, ¿quiere pasar delante de mí? Yo no tengo prisa..." Jaaaaaaaaaaaajajajajaja, lo sé soy un bicho, pero tenían que ver la cara de el señor que me había insultado... Era todo un poema. Ya lo decía mi abuela... "Cuando te den una bofetada... levanta el puño y rómpele los dientes, coño"

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